La información que circula sobre los efectos y las consecuencias de haber bebido alcohol al momento de manejar es inagotable. Se han hecho campañas publicitarias, acciones de grupos comunitarios sobre concientización, talleres con jóvenes y grupos de reflexión con el propósito de educar masivamente a la población.
Sin embargo, a pesar de estos intentos, la realidad muestra que los malos hábitos persisten y que aun quedan abiertos muchos interrogantes acerca de los reales efectos del alcohol. Como ejemplo podemos citar al gran número de personas jóvenes que sostiene la creencia que habiendo bebido alcohol en pequeñas cantidades no los afecta para conducir y pese a ello, se sienten capaces de controlar sus efectos físicos, o que ese volumen de alcohol ingerido se puede eliminar en un par de horas.
A todos los trabajadores del gremio del transporte: si les toca cumplir con un compromiso laboral en Navidad o Año Nuevo, OJO CON EL CONSUMO DE ALCOHOL.
Queremos advertirles con vehemencia sobre la incompatibilidad de beber y manejar, y recordarles que a través del tiempo el alcohol en grandes cantidades puede dejar secuelas en nuestro organismo, física y mentalmente; y que consumiendo poco o mucho alcohol, siempre se altera la normal capacidad para conducir.
¿Sabías que el alcohol?
NO es un alimento, solo aporta calorías.
NO es estimulante, sino un depresor del Sistema Nervioso.
Comer chicles o caramelos, beber aceite, líquido de frenos, gas oil, agua o café, fumar, consumir cocaína, hacer ejercicios, comer clara de huevo, darse una ducha o dormir la siesta NO reduce la tasa de alcohol en sangre y NO distorsiona el alcoholímetro.
NO sirve para combatir el frío. Si se bebe a lo largo del día se acumula, si se ingiere con las comidas, pasa a la sangre pero más lentamente. El conductor inteligente comprende que el manejo seguro y responsable es con cero alcohol en sangre.
